El petróleo mexicano

El petróleo mexicano y sus derivados entraron al ojo del huracán en esta semana, por donde se le vea salta podredumbre y la cereza en el pastel está en conocer que en los recientes siete años se han tirado miles de millones de pesos a un barril de crudo sin fondo.
Al 2025 se superan, en los gobiernos cuatroteños, 2,000 mil millones de pesos invertidos en rescatar al enfermo terminal, para el 2026 se acerca a 2,800 millones de pesos lo metido a rescatar una industria obesa, improductiva, desarticulada, vaya, como se dijo, un barril de crudo sin fondo.
Lo oneroso de Pemex pasa por su burocracia improductiva, por lo obsoleto de sus procesos, la deficiente calidad de sus productos refinados y la visión clientelar de los gobiernos.
¡Si Pemex es rentable que se demuestre, si no, dejemos de tirar dinero bueno en el malo!
Según leí recientemente, se importa más gasolina que la producida en el país. En julio de 2024, el presidente López afirmó, fiel a su estilo de tener otros datos, que el 90% de la gasolina consumida era de producción nacional; en el sitio verificado.com.mx se confirmó el 12 de julio de 2024 que mentía el presidente, sólo el 43.2% de la gasolina utilizada es de producción nacional y el 56.8% es comprada al exterior.
Según el sitio onexpo.com.mx con datos a mayo de 2025, la compra de gasolina supera los 800 mil barriles diarios y en México se producen sólo 327,500 barriles diarios, haga las cuentas y vera que no producimos ni la mitad de lo consumido.
Hay otros productos como diésel, aceites, residuos de refinación y mucho más, pero el consumo de gasolina es suficiente para entender que estamos muy lejos de ser un país petrolero, menos aún autosuficiente. ¡Algo se debe hacer, tenemos una industria anacrónica!
Seguramente el país tiene potencial para ser rentable en su producción petrolera, pero nos encontramos atrapados entre la ideología, los caprichos, las malas políticas públicas y la falta de visión.
Si la mitad del dinero tirado en Pemex se invirtiera para impulsar energías limpias como eólica y solar, seguramente los mexicanos estaríamos más conformes con las políticas energéticas cuatroteñas, pero no, siguen la obsesión de un país que se fue, no por culpa de los gobiernos estatistas actuales, pero sí frente a la irresponsabilidad de no acertar en el rumbo.
Junto a las deficientes políticas públicas está el guachicoleo oficialista, el de cuello blanco y el de cuello almidonado en los mandos de algunas fuerzas armadas.
Se debe seguir la ruta del dinero, ya se sabe algunos de quienes compraban buques de combustible como si fueran pipas de agua para colonias sin agua entubada. Falta conocer a quiénes le compraban pues seguro esos vendedores también sabían que su producto era ilícito, saber quiénes distribuyen y en dónde, quienes son los menudistas o medio mayoristas. Es demasiado combustible para estar vendiéndose en garrafas de 4 o 20 litros en las orillas de algunas carreteras.
Termina una semana en la cual el combustible fue el centro de la polémica, acompañado con la muerte de un marino en un accidente extraño en Sonora, el incendio de una empresa vinculada a la comercialización de productos petroleros en Nuevo León y la explosión de una pipa en el centro de la CdMx. ¿Habrá relación entre los incidentes o pecan de sospechocistas quienes hablan de vincular estos incidentes aislados?
El petróleo mexicano acabó con la honorabilidad del presidente que todo lo sabía, con la credibilidad del discurso aquel de no robar y no traicionar.
¡Los honestos salieron más vivillos que los rufianes!