Ya no suele hacerse periodismo de investigación en México.
El Horizonte sí lo hace y sus revelaciones estrujan a la opinión pública, por lo general tan anestesiada por las fake news y las verdades a medias de Twitter y Facebook.
Una investigación periodística de fondo no se arma de un día para otro. Lleva tiempo, paciencia y un gramo de obsesión maniaca atar cabos, unir los puntos y descifrar la figura.
Así ha pasado con reportajes de El Horizonte como las empresas contaminantes de Nuevo León, las irregularidades de El Bronco y sus secuaces como Manuel González. Y la verdad sobre las medidas sanitarias del anterior gobierno de Nuevo León en lo peor de la pandemia en 2020 y 2021.
Por lo general, al periodismo de fondo ya no se le premia: se le condena vilmente. Al periodista que se parte el alma en desvelos y ansiedades por sacar a la luz pública la verdad, no se le reconoce; otros pseudo periodistas intentarán lincharlo mediáticamente.
Hay pasquineros y reporteros mediocres cuya única misión en la vida es destruir la reputación de colegas. De esa manera cobran y atacan al investigador, no al investigado. Sirven al poder en turno y cobran caro su servicio de sicarios periodísticos.
Hace muchos años un presidente de EUA, tuvo que abandonar su alto cargo cuando dos periodistas de The Washington Post revelaron el escándalo Watergate a principios de la década de 1970.
Memorice el lector los nombres de estos héroes cívicos: Bob Woodward y Carl Bernstein. Ellos representan lo más ilustre de la profesión. En México también tenemos los nuestros y forman legión.
Cuando revelaron el sistema de espionaje de Richard Nixon, la Casa Blanca se encargó de desprestigiar a los dos periodistas audaces.
Entonces, los perros falderos del poder, disfrazados de medios zalameros de Nixon, quisieron demeritar a Woodward y Bernstein.
Alegaron que a estos periodistas les cayó la nota de chiripa. Que fueron como el burro que tocó la flauta. Que no hicieron más que repetir lo que les dictaban los enemigos de Nixon. Llegaron a tildarlos de anti patriotas.
Y lo peor: si publicaron esta revelación que acabó por tumbar al presidente Nixon no fue gracias al empeño de estos dos colegas, sino a lo que desde entonces se conoció como “Garganta Profunda”.
En el escándalo Watergate la “Garganta Profunda” (es decir, el informante secreto), tuvo nombre y apellido: se llamó William Mark Felt.
La identidad de este informante se reveló muchas décadas después de la caída de Nixon, cuando Felt agonizaba a los 95 años en diciembre del 2008.
Sin embargo, en nuestra época, la “Garganta Profunda” (el nombre fue inspirado por una célebre película pornográfica de los 70) se llama Internet.
Basta con entrar a las páginas de información oficial, con solicitar datos a la COTAI, de buscar nombres y fotografías en Facebook e Instagram, para atar cabos y unir puntos.
Si como se dice, la vida te da sorpresas, internet te da también sorpresas mayúsculas.
¿Cómo llegas a una buena investigación de fondo como las de El Horizonte?
Con muchas horas de lectura, de cruzar cifras y usar la calculadora. En este proceso entran las matemáticas y la lógica; la psicología y la comparación histórica. No hay atajos.
Por cierto, también se necesita un puñado de suerte (bajo la oportuna advertencia de que la suerte es de los persistentes, no de los flojos).
Ya después vendrán los pseudo periodistas paleros que desprestigien el trabajo de los verdaderos colegas. No importa: ve por tu presa y sigue cabalgando. Y los saboteadores que se pudran en el infierno.