Hamás acepta alto el fuego en Gaza; Israel dice que mantendrá diálogo pero lanza ataques en Rafah

El ejército israelí informó que realizaría «ataques selectivos» contra Hamás en el este de Rafah. Poco después, tanques israelíes entraron en la ciudad, acercándose a unos 200 metros del cruce fronterizo con Egipto

JERUSALÉN (AP) — Hamás anunció el lunes que aceptó una propuesta de cese del fuego que le fue presentada por Egipto y Qatar, pero Israel dijo que el pacto no cumplía con sus «demandas centrales» y que proseguirá con un ataque contra la ciudad de Rafah, en el sur de Gaza, aunque señaló que continuaría con las negociaciones.

Las arriesgadas maniobras diplomáticas y militares mantienen viva la esperanza —aunque mínima— para un acuerdo que pueda al menos suspender un conflicto que en siete meses ha devastado la Franja de Gaza. Sobre la disputa se cernía la amenaza de un ataque israelí a gran escala contra Rafah, una medida a la que Estados Unidos se opone firmemente y que los grupos de ayuda advierten que sería desastrosa para los cerca de 1.4 millones de palestinos que se refugian allí.

La aceptación al acuerdo de alto el fuego por parte de Hamás sucedió horas después de que Israel ordenó que unos 100 mil palestinos desalojaran los vecindarios del este de Rafah, en un indicio de una invasión inminente.

El ejército israelí informó que realizaría «ataques selectivos» contra Hamás en el este de Rafah. Poco después, tanques israelíes entraron en la ciudad, acercándose a unos 200 metros (yardas) del cruce fronterizo con Egipto, informó un funcionario de seguridad palestino y un funcionario egipcio. Ambos hablaron bajo condición de anonimato debido a que no estaban autorizados a dar declaraciones a la prensa. La incursión se produce un día después de que combatientes de Hamás mataron a cuatro soldados israelíes durante un ataque con morteros que, de acuerdo con Israel, se originó cerca del cruce de Rafah.

El funcionario egipcio señaló que la operación parecía de alcance limitado. The Associated Press no pudo confirmar de forma independiente la magnitud de la operación.

La noche del lunes también se registraron ataques israelíes en distintos puntos de Rafah, los cuales dejaron al menos cinco muertos, incluidos un niño y una mujer, informaron funcionarios de un hospital.

El ejército israelí se negó a comentar.

Poco después de que Hamás dio a conocer que había aceptado la propuesta de cese del fuego, el gabinete de guerra de Israel decidió continuar con la operación en Rafah, informó la oficina del primer ministro Benjamín Netanyahu. Al mismo tiempo, indicó que si bien la propuesta que aceptó Hamás estaba «lejos de abordar las demandas centrales de Israel», enviará negociadores a Egipto para trabajar en un acuerdo. A última hora del lunes, Qatar anunció que también enviaría a un equipo a Egipto.

El presidente de Estados Unidos Joe Biden conversó vía telefónica con Netanyahu y reiteró las preocupaciones de Washington sobre una invasión a Rafah. El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos Matthew Miller dijo que las autoridades estadounidenses estaban revisando la respuesta de Hamás «y discutiéndola con nuestros socios en la región».

De momento se desconoce si la propuesta que aceptó Hamás era muy distinta a la que el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, promovió la semana pasada y que según Blinken, incluía una gran cantidad de concesiones israelíes.

Un funcionario estadounidense detalló que Estados Unidos estaba examinando si Hamás aceptó una versión del acuerdo que había sido avalada por Israel y los negociadores internacionales o algo más.

Funcionarios egipcios señalaron que la propuesta incluía un cese del fuego en múltiples etapas, comenzando con una liberación limitada de rehenes y un retiro parcial de las fuerzas israelíes de Gaza. Las dos partes también negociarán una «calma permanente» que conduciría a una liberación total de los rehenes y a una mayor retirada israelí del territorio, dijeron.

Hamás buscaba garantías más claras para su demanda central de ponerle fin a la guerra y de un retiro completo de Israel a cambio de la liberación de todos los rehenes, pero se desconoce si se realizó algún cambio.

El gobierno israelí ha rechazado en varias ocasiones dicha propuesta, y ha prometido continuar con su campaña militar hasta que Hamás sea destruido.

Netanyahu enfrenta una enorme presión de los miembros de línea dura de su coalición, quienes exigen un ataque contra Rafah, y su gobierno podría colapsar si aprueba algún acuerdo. Pero también está siendo fuertemente presionado por los familiares de los rehenes para que llegue a un acuerdo para su liberación. Aseguran que el tiempo se acaba para traer de regreso a casa a sus seres queridos, y que una operación terrestre los pondría en mayor peligro.

Miles de israelíes marcharon el lunes en distintas partes del país para exigir un acuerdo inmediato. Alrededor de un millar de manifestantes se congregaron cerca de la sede del Ministerio de Defensa en Tel Aviv. En Jerusalén, cerca de un centenar de personas marcharon hacia la residencia de Netanyahu con una pancarta con la leyenda: «La sangre está en sus manos».

Israel afirma que Rafah es el último bastión de importancia de Hamás en Gaza, y Netanyahu declaró el lunes que la ofensiva contra la localidad era crucial para garantizar que los combatientes palestinos no puedan reconstruir sus capacidades militares.

Pero enfrenta una firme oposición de Estados Unidos. Miller señaló el lunes que Washington no ha recibido un plan creíble e implementable para la protección de los civiles palestinos. «No podemos apoyar una operación en Rafah tal y como está concebida», subrayó.

La inminente operación ha generado alarma a nivel mundial. Las agencias de ayuda humanitaria han advertido que una ofensiva disparará el número de muertos en una campaña israelí que ya ha cobrado miles de vidas y ha devastado al territorio. También podría destruir la operación de ayuda humanitaria con sede en Rafah que mantiene con vida a los palestinos de toda la Franja de Gaza, aseguran.

Mediante panfletos, mensajes de texto y emisiones radiofónicas, Israel ordenó a los palestinos que desalojaran los vecindarios del este de Rafah, advirtiendo que un ataque era inminente y que cualquier persona que permanezca en la zona «se pone en peligro a ellos y a sus familiares».

Las fuerzas armadas indicaron a la población que se traslade a una zona declarada por Israel como humanitaria conocida como Muwasi, un campamento improvisado ubicado en la costa. Añadieron que Israel ha ampliado el tamaño de la zona y que incluye tiendas de campaña, alimentos, agua y hospitales de campo.

Sin embargo, hasta el momento se desconoce si el lugar ya estaba instalado.

Unos 450.000 palestinos desplazados ya están en Muwasi. La agencia de la ONU a cargo de refugiados palestinos, conocida como UNRWA, dice que les está brindando ayuda, pero que las condiciones son escuálidas, con pocos baños o instalaciones sanitarias en una zona mayormente rural, donde muchas familias se han visto obligadas a cavar letrinas.

La orden de desalojo dejó a los palestinos de Rafah enfrentándose a la posibilidad de desplazar a sus familias una vez más hacia un destino incierto, exhaustos después de meses de vivir en enormes campamentos o hacinados en escuelas y albergues ubicados en distintos puntos de la ciudad. Los ataques israelíes de primeras horas del lunes dejaron 22 muertos en Rafah, incluidos niños y dos infantes.

Mohammed Jindiyah señaló que al comienzo de la guerra trató de aferrarse a su casa en el norte de Gaza durante los intensos bombardeos, hasta que decidió huir a Rafah.

Esta vez acatará la orden de desalojo israelí, pero no estaba seguro si iría a Muwasi o a algún otro lugar.

«Somos 12 familias y no sabemos a dónde ir. No hay un lugar seguro en Gaza», declaró.

Sahar Abu Nahel, quien escapó hacia Rafah con otros 20 familiares, incluidos sus hijos y nietos, rompió en llanto al hablar sobre tener que mudarse nuevamente.

«No tengo dinero ni nada. Estoy agotada, al igual que los niños», indicó. «Tal vez lo más honorable para nosotros sea morir. Estamos siendo humillados».

Los bombardeos israelíes y su ofensiva terrestre en Gaza han matado a más de 34.700 palestinos, de los que alrededor de dos terceras partes del total eran mujeres y niños, según las autoridades de salud de Gaza. El conteo no distingue entre civiles y combatientes. Más del 80% de los 2,3 millones de habitantes se han visto desplazados de sus hogares y cientos de miles de personas en el norte del territorio están al borde de la inanición, según Naciones Unidas.

Israel lanzó su ofensiva militar tras el ataque del 7 de octubre de Hamás en el sur de Israel, donde combatientes palestinos mataron a unas 1.200 personas, en su mayoría civiles, y tomaron a cerca de 250 como rehenes. Tras algunos intercambios durante un cese del fuego en noviembre, se cree que Hamás aún mantiene a unos 100 israelíes cautivos, así como los cuerpos de 30 más.

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