Héctor Zuno: Donde hay crisis hay oportunidad

“La mayoría de las crisis no tienen como tal una solución, son problemas complejos que se desenvuelven en nuevos problemas conforme pasa el tiempo. No obstante, alguien tiene que enfrentarlas y correr el riesgo de ser recordado como el que no pudo”.

Como es del conocimiento de todos, el estado de Nuevo León actualmente enfrenta dos lamentables crisis que acaparan las primeras planas de todos los medios locales y que han exacerbado el sentir de un sector importante de la población que ya no está dispuesto a soportar más.

Una crisis de índole nacional, como lo son los feminicidios, que son producto (entre muchos otros factores) de una arraigada conducta sistemática que vulnera a la mujer. Y otra de escala local, como lo es la escasez de agua, que a su vez responde a históricos descuidos e irresponsabilidades de gobiernos y ciudadanía.

Ambas crisis son ahora enfrentadas por el actual gobierno estatal, que ha intentado como ha podido, contener y en cierta medida dar soluciones a ambos problemas. Mismas que aparentemente no han sido bien recibidas por los neoloneses.

Y es que manejar una crisis no es para cualquiera, porque una crisis es un asunto que va mucho más allá de un problema. Una crisis supone una coyuntura compleja, cuya solución no es aparente o alcanzable para quien debe enfrentarla.

No hay muchos ejemplos en la historia contemporánea de México en los que podemos recargarnos para encontrar a un gobernante que se haya distinguido por ser un solucionador de crisis. Hubo quienes enfrentaron coyunturas complicadas y cuyas decisiones para arreglarlas provocaron la aprobación de muchos y la desaprobación de otros.

Por mencionar algunos ejemplos recientes, podemos pensar en Felipe Calderón y Enrique Peña a nivel nacional, o en Rodrigo Medina y Jaime Rodríguez a nivel local. Cada uno de ellos, en diferente escala, tuvo que enfrentar problemas complejos como el de la inseguridad, la crisis económica o incluso temas como el abastecimiento de agua a nivel local.

Todos tienen dos cosas en común: tuvieron que tomar decisiones difíciles para solucionar las crisis que les tocó enfrentar y ninguno de ellos es actualmente recordado como el gran solucionador de alguna de ellas.

¿Por qué? Porque la mayoría de las crisis no tienen como tal una solución, son problemas complejos que se desenvuelven en nuevos problemas conforme pasa el tiempo. No obstante, alguien tiene que enfrentarlas y correr el riesgo de ser recordado como el que no pudo.

Aunque muchos otros optan por esconderse y esperar a que ocurra un problema nuevo que distraiga la atención de la gente o a que termine su periodo de gobierno, lo que ocurra primero. El ciclo sin fin de la política mexicana.

El punto es que, en muchas ocasiones, las crisis no están para solucionarse, sino para manejarse y encontrar en ellas oportunidades que, con el paso del tiempo, generen cambios trascendentales para el beneficio de la gente.

En un contexto distinto, tenemos en el presidente López Obrador un claro ejemplo de cómo se maneja una crisis, a pesar de que ninguna de ellas se ha solucionado.

Es una realidad innegable que la inseguridad sigue, la inflación va en aumento, la crisis de empleos se agudiza y las finanzas públicas sangran. Sin embargo, para un sector importante de la población, estas crisis ya no existen o se están conteniendo correctamente.

¿Cómo lo logra? Les dejo mi opinión.

Al tener una base de seguidores consolidada y muy amplia, constantemente opta por dirigirse a ellos con mensajes claros y discursivamente poderosos. A tal grado que logra persuadirlos de poner la mirada en lo que viene y quitarla de lo que está pasando.

Un estilo personal de gobernar inusual, pero bastante funcional para quien lleva las riendas de este país.

En el caso de Samuel García y de algunos nuevos alcaldes de la zona metropolitana, tenemos una realidad distinta. Ya que, en el caso de Samuel, por lo menos, ha optado por no esconderse ante las situaciones difíciles y enfrentar una narrativa mediática que conlleva riesgos en materia de aprobación ciudadana.

Algo digno, en mi opinión, pero que es de alto riesgo y cuyo desenlace podremos conocer sólo con el paso del tiempo.

Una crisis siempre lleva consigo una oportunidad, y la oportunidad que hoy veo para quienes gobiernan en este momento, es la de consolidar a una base dura de seguidores incondicionales. Solo así podrán asegurarse de que haya alguien que pueda defenderlos y ayudarlos a salir más rápido de estas y de las demás crisis que están por venir.

Ganar una elección no es sinónimo de tener una base incondicional, por eso mismo AMLO diariamente fideliza a un segmento de la población, pues él sabe que una crisis siempre se maneja mejor si tienes al pueblo de tu lado.

El Financiero