La primera en decírmelo fue mi madre. Las cosas que trascienden te las cuentan los amigos pero las que ganan eternidad son siempre privilegio de una madre.
Ella me avisó la muerte de Nelson Mandela el 5 de diciembre del 2013.
¿Por qué este hombre habrá de trascendernos? Porque era dueño de la paciencia, patrimonio de los grandes. Sufrió como nadie y cultivó la fe como ninguno.
¿Por qué este hombre habrá de trascendernos? Porque nunca hizo de la política un mercado donde vender lo fundamental, así tuviera que andar sonriente la senda del martirio.
¿Por qué este hombre habrá de trascendernos? Porque hizo de su integridad bandera, de sus sueños principios, de sus amores legado.
En una época donde naufragan los sensatos, pudo regresarnos la confianza de saber perdonar y entender que quien lee estas líneas es mi hermano.
¿Por qué este hombre ganará la eternidad? Porque ningún idioma tiene palabras suficientes para describir tanta grandeza y narrar el prodigio que guarda el vocablo dignidad.
Ayer, 18 de julio, Nelson Mandela hubiera cumplido 104 años.
He aquí al hombre.
Sólo con el tiempo valoraremos el alto honor de haber sido contemporáneos suyos.