Durante décadas, Suecia y Finlandia se mantuvieron neutrales en medio de las latentes rivalidades entre los dos bloques políticos representados por Washington y Moscú.
Pero todo ha cambiado en cuestión de semanas desde la invasión de Rusia a Ucrania el pasado 24 de febrero.
Este domingo, Finlandia anunció su decisión de solicitar formalmente su adhesión a la OTAN, la alianza militar encabezada por Estados Unidos y otras potencias de Occidente cuya ampliación ha sido utilizada por Rusia como una de las justificaciones para invadir a su vecino.
Y Suecia se unió a Finlandia con un anuncio similar este lunes.
De concretarse esta ampliación de la OTAN, supondría un cambio destacable en el tablero geopolítico internacional con implicaciones futuras.
En BBC Mundo te explicamos las posibles consecuencias de esta decisión.
¿Qué implicaría que Suecia y Finlandia se unan a la OTAN?
«En la práctica, Finlandia y Suecia ya se habían acercado muchísimo a la OTAN en los años 90», le explica a BBC Mundo Pablo de Orellana, experto en relaciones internacionales en el King’s College de Londres.
El propio secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se ha referido a ambos países como «los socios más cercanos» a la alianza militar.
Orellana pone como ejemplo de colaboración los ejercicios marítimos y aéreos de la OTAN en el norte de Europa, donde «Suecia y Finlandia participan siempre».
Ya en 2014, después de la invasión rusa en la península de Crimea, ambos países aumentaron su colaboración formal a pesar de seguir siendo aliados externos.
Ahora, si finalmente se unen a la OTAN como pretenden, lo que cambiaría es el «bien más importante» que implica ser miembro: la posibilidad de invocar el Artículo 5.
El Artículo 5 de la OTAN se refiere a la defensa colectiva e implica que un ataque contra un aliado es considerado también como un ataque al resto de miembros.
«Lo último que le falta realmente a Suecia y Finlandia es el derecho a invocar el Artículo 5. Todo el resto de requisitos ya los están cumpliendo», comenta Orellana.
Uno de los requisitos principales es destinar al menos el 2% del Producto Interior Bruto a gastos de defensa, algo que Finlandia ya hace y que Suecia se ha comprometido a alcanzar para los próximos años.
Participar en la organización también podría abrir las puertas a que Estados Unidos pueda desplegar sus armas nucleares en sus territorios, aunque Orellana define esta posibilidad como «un problema interno de la OTAN, que los europeos en general odian y que suecos y finlandeses parecen estar claros de no quererlas».
¿Cómo podría reaccionar Rusia?
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha dicho no tener problemas con Finlandia y Suecia, pero que la expansión de la infraestructura militar en su territorio demandaría una reacción desde Moscú.
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, dijo este lunes que Rusia observa de cerca los movimientos de los dos países nórdicos y agregó que está convencido en que su adhesión no fortalecerá la seguridad de Europa.
«Este es un tema serio que genera nuestra preocupación y lo seguiremos con mucho cuidado», dijo.
Peskov también señaló que, en comparación con Ucrania, Rusia no tiene disputas territoriales con Finlandia o Suecia.
Una postura que concuerda con el análisis de Orelllana, que considera que «no hay perspectiva de que Rusia quiera invadir estos países directamente, pero que sí cambiaría sutilmente la capacidad de Moscú de obligar a estos países a ceder ante sus prioridades estratégicas».
Sin embargo, advierte que es difícil calcular cuánta seguridad realmente les da a Suecia y Finlandia unirse a la OTAN.
«Hay que ver qué beneficios trae en contra de la beligerancia que seguro crecerá del lado ruso», dice.
¿Qué pasos quedan para que Suecia y Finlandia se unan a la OTAN?
En Finlandia, la primera ministra, Sanna Marin, anunció el domingo que su país enviaría la solicitud oficial en los próximos días, una vez el Parlamento confirme la decisión.
«En Finlandia todavía tenemos el proceso parlamentario por delante, pero confío en que el Parlamento debatirá esta decisión histórica con determinación y responsabilidad», dijo Marin.
Según la mandataria, no debería haber obstáculos para que su país se convierta en miembro de la OTAN.
En semanas recientes, Stoltenberg también ha dicho que, una vez formalizada la solicitud de membresía, ambos países serían «calurosamente bienvenidos» y que espera que el proceso de adhesión «vaya rápidamente».
Dado que estos países ya cumplen varios de los requisitos de la OTAN y que llevan años colaborando activamente con la organización, su adhesión, una vez solicitada formalmente, podría completarse en cuestión de meses.
Aunque si bien desde Suecia y Finlandia no vislumbran obstáculos, Orellana opina que la única traba podría venir de Turquía, «debido a que Suecia y Finlandia, al igual que muchos otros países europeos, reconocen a kurdos como solicitantes de asilo».
Turquía, bajo el gobierno de Recep Tayyip Erdogan, ha criticado repetidamente a estos países por su manejo de organizaciones que en Ankara califican como «terroristas» y se ha mostrado en contra de su entrada en la OTAN.
Con «terroristas», Erdogan se refiere a miembros del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán y de las Unidades de Protección Popular (YPG por sus siglas en inglés).
Las YPG son consideradas como un grupo terrorista por Turquía debido a sus vínculos en su país con el PKK, que ha liderado una sangrienta guerra de guerrillas en Turquía desde 1984.
«Esta posición de Turquía es el único obstáculo visible que podría frenar la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN», dice Orellana.
«Otra traba es que un país aspirante mantuviese una disputa territorial, pero no es el caso de Finlandia y Suecia en absoluto», añade.
¿Por qué ambos países abandonaron su neutralidad tradicional?
Los líderes políticos de ambas naciones han insistido en repetidas ocasiones que la invasión de Rusia a Ucrania les hizo modificar su histórica postura de neutralidad.
«Cuando Rusia invadió Ucrania, la posición de seguridad de Suecia cambió fundamentalmente», explicó en un comunicado en abril el partido dirigido por la primera ministra sueca, Magdalena Andersson.
En el caso de Finlandia, la primera ministra justificó su cambio de opinión respecto a la OTAN asegurando que «Rusia no es el vecino que pensábamos que era».
El giro político también viene respaldado por un cambio histórico en el apoyo público.
Una encuesta del pasado marzo mostró que un 57% de suecos aprobaba la membresía a la OTAN, la primera vez en la historia que la mayoría del país optaba por posicionarse claramente en favor de un bloque militar.
Suecia no ha participado en una guerra desde los tiempos de Napoleón y ha construido su política de seguridad en «la no participación en alianzas militares».
Finlandia, por su parte, hizo gala durante décadas de un comportamiento neutral hacia Rusia. Lo asumió tras el fin de la Segunda Guerra Mundial como una manera de asegurarse la paz frente a un vecino mucho más poderoso que le invadió en 1939 en la llamada Guerra de Invierno.
Generaciones de políticos y ciudadanos creyeron que esta postura les protegía contra las aspiraciones expansionistas de su vecino, con el que comparte 1.300 kilómetros de frontera.
Unirse a la OTAN jamás había alcanzado más del 30% de aprobación entre los finlandeses.
Sin embargo, semanas después de la invasión de Rusia a Ucrania, la opinión pública dio un giro dramático alcanzando el 76% de aprobación, la más alta en la historia de las encuestas.
BBC News Mundo