Peso pierde 18 centavos por un dato de inflación en EU que apuntaló al dólar

El peso mexicano cerró una jornada de importantes pérdidas contra el dólar. El tipo de cambio se movió 18.64 centavos en favor de la moneda estadounidense y ubicó la paridad en 19.4370 unidades al cierre de la jornada. El movimiento, de 0.97%, fue influenciado por una fortaleza del dólar contra sus principales cruces, que también le dio ventaja contra divisas emergentes.

Hoy, monedas emergentes como la mexicana fueron arrastradas por el avance del dólar, tras la publicación de cifras inflacionarias favorables en Estados Unidos. El rand sudafricano cedió un importante 2.08% de su valor al billete verde; contra la lira turca, la moneda más negociada ganó 0.66%, y 1.20% contra el real brasileño.

El peso mexicano operó en un rango amplio entre 19.2160 unidades en la parte baja de las operaciones, al comenzar la sesión, y 19.4495 pesos por dólar en el techo de la cotización, tras la publicación de cifras de inflación en Estados Unidos, que por tercer mes consecutivo quedó en 0.2 por ciento.

En ventanilla bancaria, el dólar se compró en un mínimo de 17.98, en Bancomer, y se vendió en un máximo de 20.03, en Monex.

Dólar revolucionado

El índice dólar, que mide la fortaleza de la moneda estadounidense contra una canasta de seis divisas de referencia, avanzó 0.47% esta jornada y se ubicó en un nivel de 97.16 unidades. Con su registro de hoy, alcanza su mejor cierre desde el pasado 14 de diciembre (casi dos meses). El promedio móvil de 200 días para el indicador es de 96.41 unidades.

De los seis cruces que componen el índice dólar (euro, yen japonés, libra esterlina, franco suizo, corona danesa y dólar canadiense), todos se movieron en favor de la divisa estadounidense. El yen cerró su cuarta sesión en negativo; el euro volvió a retroceder y de las últimas ocho jornadas, en siete ha caído la moneda europea.

La libra esterlina, el dólar canadiense y la corona sueca, que habían resistido el embate del dólar, hoy cayeron.

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: El Economista