Van mis cinco razones de porqué AMLO no debió meterse contra el INE. Los lectores pueden leerles seguidas, de atrás para adelante, o alternándolas a discreción. El orden de los factores no altera el producto. O más bien, no altera la metida de pata presidencial.
1.- Diseñar reformas electorales tiene su chiste. No se hacen al vapor. Por lo general, se convoca a especialistas en derecho (en México los hay muy buenos), a politólogos (en México los hay regulares) y por supuesto, a los actores políticos (en México los hay del nabo, pero ni modo, con esos bueyes hay que arar). Deben consensuarse a como de lugar la mayoría de los puntos de acuerdo. Ni AMLO ni sus lugartenientes ideológicos (sic) lo hicieron. Y cuando eso pasa, se asoma el duende chocarrero del autoritarismo.
2.- Al Presidente le gustan las reformas todólogas. Esta reforma electoral peca de eso: pretende ser todóloga: recorta recursos a los partidos políticos, desaparece el INE, poda el número de senadores, diputados federales, etcétera. Más que una reforma electoral, esto es lo que los españoles llaman “olla podrida” (un caldo donde hierves todo lo que halles en tu alacena).
3.- Así como está hasta la fecha el INE, el partido del presidente ha ganado las elecciones. ¿Entonces por qué descomponerlo, o reemplazarlo por otro organismo? Dicho de otro modo, si el aparato te funciona, ¿por qué lo desbaratas?
4.- Francamente me gustaría que con este tipo de manifestaciones masivas se defendieran los derechos sociales ahora conculcados. En Madrid, España, por ejemplo la gente tomó ayer la calle en protesta contra los recortes en salud. Pero sin duda, esta iniciativa de reforma electoral en México fue tomada unilateralmente, Y la democracia no opera con decisiones unilaterales.
5.- La oposición de AMLO estaba desarticulada y dispersa. Faltaba un elemento que juntara corazones contrarios al Presidente. Gracias a esta reforma electoral, AMLO consiguió mezclar el agua y el aceite en contra suya. Allá él, pero esta jugada le salió al revés.