Traducen un curioso hechizo egipcio para provocar deseo sexual

El sortilegio está escrito en un papiro de hace 1800 años y convocaba a un espíritu para hacer que un hombre se sintiera atraído por una mujer.

¿Cómo harían los antiguos egipcios para llamar la atención de esa persona especial? ¿Qué técnicas y frases de recurso ocultarían bajo la manga en sus métodos de seducción? Se cuenta que Cleopatra, para impresionar al poderoso Cayo Julio César, se coló en sus aposentos envuelta en una alfombra y cuando se quedaron solos se mostró ante él completamente desnuda. Pero como no todos podían tener la belleza y la inteligencia de la última reina de Egipto, tenían que tirar de otros recursos como la invocación de espíritus. La reciente traducción de un papiro revela el uso de hechizos con fines sexuales.

El documento, de 1800 años de antigüedad, está siendo estudiado y analizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Chicago que han encontrado lo que ellos describen como un “hechizo erótico de unión” por el cual una mujer llamada Taromeway quiso seducir a un hombre conocido como Kephalas. El papiro muestra al dios Anubis, con su característica cabeza de chacal, disparando una flecha a Kephalas, quien se muestra completamente desnudo, para prender un incontrolable deseo sexual.

El hechizo está escrito en demótico, un lenguaje egipcio derivado del hierático que surgió en el delta del Nilo, y en él se cuenta cómo Taromeway quería convocar al “noble espíritu del hombre de la necrópolis” para que encontrara a Kephalas y le “provocara ansiedad a mediodía, por la tarde y todo el tiempo” hasta que este buscara a Taromeway en un lujurioso deseo por el que “sus órganos masculinos persiguieran a sus órganos femeninos”. Robert Ritner, profesor de Egiptología en la Universidad de Chicago partícipe en la traducción del papiro, aclaró que “el énfasis que se hace en el pene y el escroto son intencionales” ya que son estos los “órganos masculinos” que a ella le interesaban. En un fragmento del hechizo se dice que Kephalas tendrá que “atravesar la Osa Mayor” hasta que busque a Taromeway y no haya “otra mujer en la Tierra a la que desee o persiga”.

Aunque existen otros documentos egipcios que se han asociado con hechizos sexuales, este tiene la particularidad de ser concebido por una mujer para atraer a un hombre y no al revés, como suele ser más común. Este, además, cuenta con la particularidad de que en él se invoca al “noble espíritu del hombre de la necrópolis” para que despierte la lujuria de Kephalas, por lo que los investigadores creen que una vez escrito el papiro tendría que colocarse en una tumba para que el fantasma de esa persona enterrada fuera invocado.

¿Romeo y Julieta en tiempos de Cleopatra?

Una de las grandes dudas que surgen en los investigadores después de traducir el hechizo es la identidad y la historia de sus protagonistas. ¿Eran dos jóvenes amantes cuyo amor prohibido les obligó a estar separados? ¿Qué llevó a Taromeway a recurrir a un hechizo con tal de conseguir la atención (y el deseo) de Kephalas?

Por supuesto, no existen muchos más datos de esta versión egipcia de los amantes de Teruel por lo que solo se puede teorizar con algunas posibilidades en base a lo que sí se sabe. Ritner afirmó, en una entrevista a LiveScience, que “Taromeway debió estar muy motivada y disponer de recursos suficientes” ya que es muy probable que tuviera que pagar a un experto, un sacerdote tal vez, para conseguir el hechizo. También se baraja la posibilidad de que Taromeway y Kephalas pertenecieran a grupos étnicos distintos ya que “mientras que ella es claramente egipcia, Kephalas y su madre tenían nombres griegos”. En la época en la que el hechizo fue escrito Egipto estaba bajo el control de Roma y era común que la gente se cambiara el nombre por uno de origen griego pero también puede ser que “la fijación sexual de Taromeway por Kephalas traspasara las barreras étnicas”.

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