
La nueva estrategia de EU tiene tres componentes: militar, tecnológico y ataques de precisión, que es la primera fase de su lucha antinarco y Venezuela el punto de arranque; en el caso de México, dice Jairo Delgado, la estrategia está orientada por las revelaciones del Mayo Zambada.
BOGOTÁ (Proceso).- El exdirector de Inteligencia de la policía colombiana, general Jairo Delgado, considera que la escalada militar de Estados Unidos contra Venezuela constituye el arranque operativo de una nueva estrategia antidrogas impulsada por el presidente Donald Trump, que tiene tres componentes centrales: el militar, el tecnológico y los ataques de precisión.
En entrevista con Proceso, el general retirado y analista de asuntos geopolíticos y de seguridad señala que, en Venezuela, Trump desarrolla la primera fase de su nueva política contra el narcotráfico y, progresivamente, vendrían nuevos despliegues militares en contra de los cárteles de las drogas, tanto en el Pacífico —frente a las costas de Colombia y Ecuador— como en México.
Delgado no cree, sin embargo, que las nuevas fases de esta estrategia tengan la misma modalidad que se observa en Venezuela, donde Estados Unidos no sólo va contra las rutas del narcotráfico, sino contra el jefe del chavismo, Nicolás Maduro, a quien considera un presidente ilegítimo y jefe del Cártel de los Soles.

Dice que, en cualquier caso, este tipo de despliegues militares permiten a Estados Unidos recopilar información de inteligencia de alta precisión con la tecnología de interceptación de datos que llevan sus buques de guerra. Con esto, el Pentágono podrá ubicar y planificar ataques contra jefes criminales de alto valor estratégico, de manera conjunta, o no, con los gobiernos de los países donde realice esas operaciones.
En el caso de México, asegura el general, la estrategia antidrogas de la administración Trump estaría orientada por las revelaciones que ha hecho el jefe histórico del Cártel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada, sobre “la penetración (del narcotráfico) a las autoridades, a cierto sector político”, y por el interés de atacar ese fenómeno.
Agrega que El Mayo Zambada, quien fue secuestrado y llevado a Estados Unidos en julio de 2024 por Joaquín Guzmán López, hijo de su socio Joaquín El Chapo Guzmán, pudo haber aportado a las autoridades estadunidenses “otra historia” de la realidad del narcotráfico mexicano y sus alianzas políticas a partir del conocimiento que el capo tiene de ese mundo.
Lo que es un hecho, asegura, es que Estados Unidos está en un proceso de redefinición de su modelo de seguridad y la defensa, y esta perspectiva se acentuó con Trump, quien está dispuesto a hacer valer la condición de potencia de su país y utilizar todas sus ventajas estratégicas para alcanzar sus objetivos.
“Lo que está haciendo es acudir a su capacidad bélica frente a esa amenaza difusa, híbrida, que es el narcotráfico, para enfrentarla con ese enfoque”, señala el extitular de la Dirección de Inteligencia Policial (Dipol), considerada la institución de inteligencia más competente de América Latina.
El exfuncionario policiaco e investigador universitario indica que el despliegue militar del Pentágono en inmediaciones de costas venezolanas y el ataque estadunidense a una lancha rápida el pasado martes 2 en el Caribe, que dejó 11 personas muertas, significa la puesta en marcha de la nueva estrategia antidrogas de Trump.

Y la decisión de iniciar con Venezuela, explica, es porque ese país es una prioridad de seguridad para Estados Unidos, no sólo por la beligerancia del régimen chavista con diferentes gobiernos estadunidenses, sino por las presuntas implicaciones de Maduro y la cúpula cívico-militar de ese país con el narcotráfico y con grupos armados colombianos, como la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las FARC.
Maduro, blanco perfecto
El general Delgado, un policía de carrera con cursos en el FBI y una maestría en estupefacientes en la Universidad Católica de Salta y en la Gendarmería Argentina, afirma que hay evidencias sobre el fraude electoral cometido por Maduro en las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, cuando el ganador, según actas de votación digitales presentadas por la oposición, fue el candidato antichavista Edmundo González Urrutia.
Maduro, según Estados Unidos, es un presidente “ilegítimo” y el jefe del Cártel de los Soles, una organización designada por Trump como “narcoterrorista” y la cual está integrada por los más altos funcionarios del régimen y la cúpula militar chavista, empezando por Maduro, por cuya captura Estados Unidos ofrece una recompensa de 50 millones de dólares.
Por eso, asegura, Trump decidió empezar por Venezuela.
“No hay ningún otro presidente en América Latina que tenga esos señalamientos”, dice el general Delgado, y por eso “se priorizó” ese objetivo, a pesar de que la ruta de la cocaína por Venezuela y el mar Caribe es marginal comparada con la del Pacífico y la de la frontera entre México y Estados Unidos.
“Me imagino que Estados Unidos irá orientando sus esfuerzos también a estos corredores y que va a ir por el control de esos corredores”, señala. Y dice que esos futuros operativos tendrán un alto componente militar y de inteligencia, incluso con desplazamiento de buques de guerra, aviones y drones de reconocimiento táctico y con capacidad de ataque.
En ese sentido, “Venezuela es un primer paso, y es polémico desde la perspectiva del derecho internacional y humanitario”, porque en el ataque estadunidense a una lancha rápida murieron 11 personas sobre las que no existe una prueba pública de que hayan sido narcotraficantes.
De acuerdo con el general, cabe esperar que Estados Unidos desarrolle futuras operaciones militares en las costas del Pacífico, ya que en ese corredor, que va de Colombia y Ecuador hacia México, se mueve más del 80 por ciento de la cocaína colombiana.
El exjefe policiaco cree que “progresivamente vamos a ver nuevas fases de esa estrategia, una segunda y una tercera fase”, aunque quizá no con el nivel de retórica belicista que ha acompañado el despliegue en torno a Venezuela ni con amagos de invasiones, sino con operativos que permitan generar información de inteligencia desde los buques de guerra, y actuar contra blancos específicos.
En el caso de México, Trump no sólo ha militarizado la frontera común. También ha enviado buques de guerra cerca de costas mexicanas, tanto en el océano Pacífico como en el Golfo de México, y ha autorizado sobrevuelos furtivos sobre territorio mexicano.
El jefe del Comando Norte estadunidense, general Gregory Guillot, ha dicho que esos sobrevuelos son “misiones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento” para obtener información sobre los cárteles mexicanos y los traficantes de indocumentados. Y ha reconocido que se han realizado sin la autorización del gobierno mexicano.
El pasado miércoles 3, luego del ataque del Pentágono a una lancha rápida que circulaba cerca de las costas de Venezuela, el secretario de Estado estadunidense, Marco Rubio, dijo en México que en la lucha contra el narcotráfico “ya no funciona” interceptar barcos con drogas y que lo mejor es “destruirlos”. Además, anunció que “volverá a suceder».

Un día después, en Quito, afirmó que los ataques de ese tipo no son necesarios en «países amigos», como Ecuador, “porque ellos cooperan”.
El secretario estadunidense de Defensa, Pete Hegseth, dijo por su parte que el ataque contra una lancha en el Caribe —supuestamente perteneciente al Tren de Aragua— marca el inicio de una campaña militar contra los cárteles de la droga.
Pero el pasado 8 de agosto, el diario The New York Times afirmó que Trump ya firmó en secreto una directiva al Pentágono para comenzar a utilizar la fuerza militar contra cárteles latinoamericanos del narcotráfico que su administración ha calificado como organizaciones terroristas.
Entre estos figuran el Tren de Aragua, el Cártel de los Soles y los cárteles mexicanos de Sinaloa, de Jalisco Nueva Generación, del Golfo, del Noroeste, Cárteles Unidos y La Nueva Familia Michoacana.
Vacío de seguridad
Para el general Delgado, quien tiene un posgrado en geopolítica y relaciones internacionales en la universidad colombiana del Rosario, la nueva estrategia contra el narcotráfico que se configura en la administración Trump tiene un énfasis en el unilateralismo.
“Todo ese concepto de supranacionalidad multilateral, con instituciones como la ONU, que se crearon después de la II Guerra Mundial para la salvaguardar la paz y la seguridad, ha quedado bastante relegado con el presidente Trump, quien piensa que hay un vacío de seguridad y una serie de amenazas en el hemisferio, como el multicrimen, que hay que abordar de otra manera”, señala.
Dice que frente a esas amenazas no se ha podido construir un modelo de seguridad regional porque no todos los países están dispuestos a cooperar bajo un esquema en el que Estados Unidos lleve la batuta.
Y esto, en la práctica, agrega el general, produce una debilidad regional para enfrentar fenómenos como el narcotráfico, en especial en los corredores marítimos.
Además, cuando se observa cómo se está enfrentando el narcotráfico en América Latina, “no queda muy clara la estrategia encaminada a combatir directamente” ese fenómeno con todo el énfasis y toda la capacidad y los recursos militares y policiales.
Por el contrario, asegura, “se han abierto unos espacios de negociación, de justificación social, de discurso político, que obviamente dejan unas brechas muy grandes y abren unos espacios y unos márgenes de actuación al narcotráfico”.
Considera que “esas condiciones han hecho que Estados Unidos se meta en el ataque a los eslabones” de este fenómeno criminal.
En México, el expresidente Andrés Manuel López Obrador desarrolló durante su gobierno (2018-2024) una estrategia de “abrazos, no balazos” con los grupos del crimen organizado, lo que provocó el fortalecimiento de los cárteles en varias regiones del país que hoy están bajo su dominio y la profundización de las alianzas entre políticos y los jefes criminales.
En Colombia, la política de “paz total” del presidente Gustavo Petro fue aprovechada por la guerrilla del ELN, las disidencias de las FARC y el Clan del Golfo para fortalecer sus negocios ilegales, que incluyen desde el tráfico de personas, la minería ilegal y el trasiego de cocaína.
De acuerdo con el general Delgado, el despliegue militar marítimo de Estados Unidos en operaciones antidrogas le va a permitir a ese país “mejorar su inteligencia de combate, su inteligencia en el escenario y recolectar información mucho más precisa, mucho más continua, sobre todo la información de señales (interceptación de telecomunicaciones)”.
Y esto “le va a dar muchas ventajas en el nivel operativo y le permitirá planificar operaciones específicas, muy puntuales”, asegura el especialista en inteligencia.
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