Walmart quiere un nuevo nivel en su relación con sus asociados

Decía Sam Walton, el fundador de las tiendas Walmart y Sam’s Club, que un negocio que no trata bien a sus empleados, no puede prosperar. “Cuidemos a los empleados, que ellos cuidarán de nosotros”, era una de sus máximas que hoy repiten muchos directivos de la cadena.

Este año, el director general de Walmart México (y Centroamérica) Guilherme Loureiro, volvió a parafrasear al ya fallecido Walton, durante un encuentro con inversionistas y banqueros, para recalcar el papel que tienen los “asociados” (empleados) en los planes estratégicos de la empresa.

Pero, mientras Loureiro hablaba de esto, los abogados de Walmart trabajaban arduamente para aplacar un primer brote de huelga.

La CROC, una de las centrales sindicales más antiguas y con la que Walmart mantuvo relaciones cordiales durante casi 30 años, la acusó de maltratar y discriminar a sus trabajadores y la emplazó a huelga. “Walmart no respeta la jornada de ocho horas, no paga horas extra conforme a la ley, incurre en despidos injustificados y ejerce el acoso y hostigamiento tanto laboral como sexual”, acusó René Sansores Barea, líder de la Asociación Nacional del Trabajador de Comercio y Oficinas Particulares (ANTCO), afiliada a la CROC, en declaraciones a la agencia Notimex. Ni el líder de la CROC ni el de ANTCO aceptaron la petición de entrevista formulada por Forbes.

Walmart se defendió argumentando que este movimiento no representaba a sus empleados, al tiempo que minimizó la importancia del paro al decir que sólo afectaría a 3% de sus tiendas (120, de más de 2,300 en el país).

Pero los directivos de la cadena se sentaron a negociar, no sólo porque la CROC es una central poderosa, sino por el peligro de que este movimiento se pueda contagiar a otras tiendas, como sucedió con las maquiladoras en Matamoros. “No esperaban que uno de sus servidores más leales [la CROC] les agitara el agua”, expresa el profesor Alfonso Bouzas, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM y autor de un caso de estudio sobre Walmart y sus contratos colectivos de trabajo.

Pero, al igual que había hecho antes, Walmart logró calmar las aguas. Firmó un acuerdo con la CROC, extensivo a sus más de 195,000 empleados en México, en el que ofrece un aumento salarial de 5.5% (en lugar del 20% exigido por la organización), pero en el que desecha la petición de otorgar 4% de comisión sobre ventas en cada tienda, lo que habría significado una mejoría notable en los ingresos de los empleados.

En el convenio firmado, la cadena reconoce el derecho de los trabajadores a elegir libremente a sus representantes sindicales, un hito, si se considera que esta empresa ha cimentado su éxito comercial en lo que Bouzas llama un “dumping laboral”, es decir, en simular que reconoce derechos y libertad sindical a sus trabajadores.

Contratación y renuncia, a la vez

A Eduardo lo despidieron hace dos años de Walmart, sin derecho a liquidación, por violar la cláusula de privacidad de su contrato laboral. Subió a sus redes sociales una foto de un pequeño accidente ocurrido en su área de trabajo, con un comentario que debía ser gracioso. “La foto no mostraba el logotipo de la empresa, pero la falta fue considerada grave”, remarca. Había firmado su renuncia en blanco cuando le dieron su contrato laboral, por lo que, tras el despido, no le dieron liquidación. Eduardo llevaba años cotizando a un sindicato, cuyo nombre desconoce. “Era un fantasma creado por la misma empresa”, dice.

México es uno de los pocos países en el mundo donde Walmart firma contratos con sindicatos, pero lo hace de una forma peculiar, que le permite mantener un control férreo sobre los trabajadores y organizaciones gremiales. Cada vez que va a abrir una nueva tienda, negocia con un sindicato, a espaldas de los nuevos trabajadores, los términos del contrato colectivo, y si sus abogados no se sienten cómodos, buscan a otro sindicato, lo que le permite negociar a la baja. “No es casualidad que todos sus contratos tengan las mismas cláusulas”, comenta Bouzas.

Para los sindicatos, Walmart es un objetivo clave, pues es el mayor empleador privado de México. A través de un control férreo, logra privar a los trabajadores de sus derechos, dice Bouzas.

Hasta 2018, Walmart había firmado 1,991 contratos colectivos en México con 45 sindicatos diferentes, según información del corporativo, casi todos afiliados a la CTM o la CROC, ambas organizaciones señaladas por proteger sindicatos blancos y expulsadas este año de la Confederación Sindical Internacional por “abandonar los derechos de los trabajadores”.

Los arreglos de Walmart con los llamados sindicatos blancos le han permitido apagar brotes de inconformidad. “Puede aislar fácilmente los problemas y, si no lo logra, pues amenaza con cerrar la tienda”, dice el experto de la UNAM.

Pero, este año, el panorama es diferente, pues no fue un pequeño sindicato, ni una fuerza independiente la que se le enfrentó, sino uno de sus sindicatos afines. En opinión de Bouzas, la CROC se está adelantado a la nueva realidad política, por lo que intenta comportarse como un organismo democrático. “Quieren afiliar a miles de trabajadores porque, en breve, los trabajadores van a poder elegir libremente a sus representantes sindicales”, observa.

La ironía de esta nueva realidad laboral es que, detrás de los cambios, está Estados Unidos, que, durante la renegociación del TLCAN, metió nuevas reglas (en el capítulo 23) que obligan a México a mejorar las condiciones laborales. Esto ha propiciado enmiendas a la Ley Federal del Trabajo que, este año, serán votadas con la mayoría del partido del presidente López Obrador en el Congreso (Morena).

La nueva ley no sólo obligará a los sindicatos a tener representación real, sino que va a limitar el derecho de las empresas a negociar los periodos llamados de pre huelga, señala Guillermo Roel, del despacho Roel Abogados. “Va a ser una Espada de Damocles para muchas empresas”, dice y señala que, tanto sindicatos como patrones, tendrán que adaptarse a una nueva realidad, que favorece a los trabajadores.

Camino al e-commerce

Walmart se mantiene fiel a su filosofía de llenar anaqueles con productos a precio bajo y, en México, a través de sus 2,400 establecimientos de diferentes formatos, controla cerca de 40% del comercio retail, más del doble que sus competidores más cercanos: Chedraui y Soriana. Pero la empresa tiene otros apremios. Su retraso es notable en e-commerce, pues, por esta vía, obtiene apenas 1.4% de sus ingresos.

FUENTE: forbes