Alpha, Beta, Gamma y Delta: así se le asignan los nombres a las variantes COVID

Cada variante se le dará un nombre del alfabeto griego, en un intento por simplificar la discusión pública y eliminar parte del estigma de la aparición de nuevas variantes.

¿Tienes problemas para mantener los nombres de las variantes de COVID-19 y te cuesta distinguir entre B.1.1.7, B.1.351 o B.1.617.2? La Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció un nuevo sistema de nombres que ideó para las llamadas variantes, las formas del virus SARS-CoV-2 con mutaciones importantes.

Todos los virus cambian con el paso del tiempo, y también lo hace el SARS-CoV-2. La mayoría de los cambios tienen escaso o nulo efecto sobre las propiedades del virus. Sin embargo, algunos cambios pueden influir sobre algunas de ellas, como por ejemplo su facilidad de propagación, la gravedad de la enfermedad asociada o la eficacia de las vacunas y los medicamentos para el tratamiento, informó la OMS en un comunicado.

En colaboración con asociados, redes de expertos, autoridades nacionales, instituciones e investigadores, el organismo de salud perteneciente a la ONU ha estado vigilando y evaluando la evolución del SARS‑CoV-2 desde enero de 2020.

Alfabeto griego, la solución

La aparición de variantes que suponían un mayor riesgo para la salud pública mundial, a finales de 2020, hizo que se empezaran a utilizar las categorías específicas de “variante de interés” (VOI) y “variante preocupante” (VOC), con el fin de priorizar el seguimiento y la investigación a escala mundial y, en última instancia, orientar la respuesta a la pandemia de COVID-19.

Por esta razón, cada variante se le dará un nombre del alfabeto griego, en un intento por simplificar la discusión pública y eliminar parte del estigma de la aparición de nuevas variantes. Un país puede estar más dispuesto a informar que ha encontrado una nueva variante si sabe que la nueva versión del virus se identificará como Rho o Sigma en lugar del nombre del país, dijo Maria Van Kerkhove, epidemióloga que forma parte del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS.

Bajo el nuevo esquema, B.1.1.7, la variante identificada por primera vez en Gran Bretaña, se conocerá como Alpha; B.1.351, la variante que se detectó por primera vez en Sudáfrica, será Beta. P.1, la primera variante detectada en Brasil, será Gamma, y B.1.671.2, la denominada variante india, es Delta.

Cuando se hayan agotado las 24 letras del alfabeto griego, se anunciará otra serie como esta, afirmó Van Kerkhove.

Un plan para simplificar la nomenclatura de las variantes se estuvo trabajando durante varios meses, dirigido por el Grupo de Trabajo de Evolución del Virus de la OMS. Sin embargo fue muy complicado encontrar un sistema aceptable, dijo Van Kerkhove.

Durante un tiempo, el grupo consideró los nombres de dioses y diosas griegos, pero finalmente fue rechazado. Se consideró la idea de simplemente numerarlos uno, dos, tres, etcétera, pero se rechazó porque se pensó que probablemente crearía confusión con los nombres que se dan a los virus en las bases de datos de secuencias genéticas que rastrean la evolución del SARS-2.

Lenguaje sencillo

“No estamos diciendo que reemplace B.1.1.7, sino que en realidad solo intentamos ayudar en parte del diálogo con la persona promedio”, explicó Van Kerkhove. “Para que en el discurso público, podamos discutir algunas de estas variantes en un lenguaje más fácil de usar”.

La sugerencia del alfabeto griego obtuvo la aprobación de los expertos convocados por la OMS para elaborar el sistema de nombres, algunos de los cuales son miembros del Comité Internacional de Taxonomía de Virus. Ese grupo está encargado de nombrar nuevas especies de virus: llamó SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19. Pero no nombra subespecies de virus, razón por la cual esto recayó en la OMS.

Históricamente, las enfermedades han recibido con frecuencia el nombre de los lugares donde se pensaba que se desarrollaron, como el virus del Ébola, que toma su nombre del río congoleño. Sin embargo, estas asociaciones pueden ser perjudiciales para esos lugares y muchas veces son inexactas, como es el caso de la “gripe española” de 1918, cuyos orígenes se desconocen.

 

 

El Financiero