Dióxido de titanio en alimentos: ¿De qué forma afecta a la salud? Especialista lo explica

En México no existe ninguna normatividad que obligue a las empresas a especificar si sus productos tienen dióxido de titanio o no, por lo que desconocemos la cantidad a la que estamos expuestos.

Cuando vamos de compras por la despensa, muchas veces incluimos algunos alimentos o golosinas como sustitutos de crema para café, dulces confitados y mazapanes y leches bajas en grasa, por mencionar algunos. Aunque no estaría de más que los fueras eliminando de tu vida -y tu alacena- ya que pueden ser dañinos.

Todos los anteriores tienen algo en común: un ingrediente llamado dióxido de titanio, que sirve para darle un aspecto más apetecible a los alimentos y a su vez puede ser perjudicial para la salud. Sin embargo, nunca -o casi nunca- nos detenemos a leer los ingredientes que contienen y es por eso que seguimos consumiéndolos.

En algunos países, como Francia, se ha prohibido el uso de este ingrediente en alimentos, caso contrario a México, donde su uso grado alimenticio no está regulado y es por eso que lo podemos encontrar en muchos productos que consumimos día a día.

La doctora Yolanda Chirino, de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM, han investigado este ingrediente desde hace ocho años para conocer cuáles son los principales efectos de su consumo y qué sector de la población debe poner más atención para no perjudicar más su salud.

¿Cuáles han sido los principales descubrimientos sobre el dióxido de titanio?

De acuerdo con la información compartida por el equipo de investigación de Chirino a través de UNAM Global, los estudios animales han recogido que cuando existe presencia de cáncer de colon y se consume dióxido de titanio con frecuencia, el número de tumores desarrollados incrementa.

“Hemos encontrado en otro estudio ratones que son obesos debido a una dieta alta en grasas, presentan alteraciones en el hígado y el consumo del dióxido titanio grado alimenticio exacerba este daño. Y otra preocupación que tenemos es que el dióxido de titanio no se elimina fácilmente, se queda en los órganos”, explica la investigadora.

Lamentablemente, en México no existe una normatividad que exija a las empresas especificar si sus productos contienen dióxido de titanio o no, y menos en la cantidad que lo poseen, lo que impide conocer a cuánto estamos expuestos.

Para saber si un producto contiene este ingrediente basta con ir a la etiqueta y buscar tal cual que aparezca ‘dióxido de titanio’; en el etiquetado europeo, este aparece como ‘E171′.

“La recomendación quizás sería pues mantener un estilo de vida lo más apropiado para tener una buena salud, de tal manera que el consumo de ciertos aditivos pues no causen un efecto adverso”, comparte Chirino.

El Financiero