La reasignación de sexo y la transición de un género a otro puede ser muy larga y costosa, pero también liberadora. Estas fotos dan cuenta del proceso por el que Harrison atravesó para ser Hayley.
Ángela Ponce y Belguun Batsukh serán las primeras que participarán en un concurso de belleza Miss Universo en la historia. El nombramiento y su incursión han sido motivo de controversia alrededor del mundo, ya que se trata de un paso más para el movimiento LGBT+ en la lucha de las personas transgénero contra la no discriminación.
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No es ninguna sorpresa la discriminación sistematizada a la que las personas transgénero se enfrentan todos los días, los problemas legales que acarrean tan sólo por el cambio de su nombre, la falta de oportunidades laborales a consecuencia de la complicación del cambio de identidad en los documentos oficiales, así como lo especialmente caro que resulta acceder a las cirugías de reasignación de sexo, además de las terapias hormonales.
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Bajo ese contexto se inscribe la historia de Harrison y las fotografías de Sawa Swaty, su amiga desde la preparatoria. Hasta hace un par de años él se hacía llamar Hayley y era denominada “la chica linda de la escuela”, pero para Harrison siempre estuvo claro que era un hombre, y como a muchas personas transgénero, su cuerpo lo incomodaba, así como las reglas y presiones sociales en torno a la construcción de su identidad no como hombre, sino como mujer.
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Sawa Swaty se encargó de retratar la transformación de Harrison desde el 2011. A través de sus fotos documentó no sólo los cambios físicos de su amigo, sino cómo él reafirmó su identidad y supo sentirse cómodo en su propia piel, sin la necesidad de preocuparse por aparentar que no tiene pechos o no poder ir a la playa o nadar.
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También es posible observar como Harrison, así como muchas personas de la comunidad, encontró un grupo de apoyo que le organizó su “Fiesta-T”, es decir, una fiesta para celebrar su primera inyección de testosterona, misma que marcaba el inicio de su tratamiento hormonal para transicionar a hombre. Mismo grupo de amigos que posteriormente pelearían, según el testimonio de la fotógrafa, para saber quién lo inyectaría.
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Del mismo modo, en sus fotos es posible apreciar otra de las problemáticas que surgen durante el proceso de transición, el uso de fajas que presionan los pechos para que luzcan más pequeños y planos. No obstante, según el testimonio de Harrison, el uso diario de la faja le ha provocado dolores constantes, mismos de los que planea deshacerse una vez pueda costear una operación, para la cual inició en agosto del año en curso una campaña en GoFundMe.
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«… por favor ayúdenme a sentirme mejor, no sólo por mi dolor, sino mi autoestima… De verdad amaría nadar, usar camisetas sin sentir miedo o sentirme consciente de mi mismo, o, diablos, incluso atender el bar sin playera, las posibilidades no tienen fin».
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Harrison también fue sujeto a la discriminación laboral, puesto que no podía conseguir ningún trabajo cuando explicaba su transición o por qué sus documentos marcaban un nombre y él prefería que le llamaran distinto. No obstante, encontró seguridad laboral como bartender y gerente en un bar de St. Louis, Misuri.
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Sin embargo, a pesar del dolor, encontró consuelo y satisfacción en otras batallas ganadas, como ver su deseo de tener una barba completa cumplido, o verse en el espejo y aunque por un segundo no reconoce al hombre que ve, poder sentirse y verse como el hombre que siempre ha sido.
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«Veo el género similar a como veo los colores en un espectro completo. Dos cajas no pueden contener el género, todo depende de la interpretación personal. Yo podría identificarme en la categoría más amplia del género como un mono azul, alce, más que nada azul y con tonos de gris, siempre cambiante, unicornio mágico, narval, tan queercomo un trébol de cuatro hojas, más que nada como Harrison».
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FUENTE: culturacolectiva.com