La Luna tiene temperaturas extremas que pueden ir desde el punto de ebullición hasta el de congelación dependiendo de si es de noche o de día. Sin embargo, existen fosas y cuevas en las que las temperaturas sí que serían agradables para el ser humano.
¿Humanos viviendo en la Luna? Todavía no hemos llegado a esto, pero todo se andará y es que se ha descubierto que las cuevas y fosas lunares podrían tener unas temperaturas agradables para el ser humano, tanto de día como de noche. Rondarían los 17 grados centígrados.
Que existen fosas en la Luna ya se sabía desde hace unos años. Sin embargo, las condiciones extremas que se dan en nuestro satélite, con temperaturas que varían desde los 127 grados centígrados durante el día, hasta los aproximadamente 173 negativos por la noche no planteaban la posibilidad de que los humanos pudiéramos vivir allí una temporada.
Ahora, un grupo de científicos afirma que nuestro satélite podría albergar fosas y cuevas protegidas donde la temperatura sería más que razonable independientemente de si es de día o de noche. La temperatura rondaría en estos lugares los 17 grados centígrados, según los cálculos de los investigadores. Serían lugares perfectos para establecer campamentos base para explorar el resto de la superficie lunar. También ofrecerían una cierta protección contra pequeños meteoritos e incluso contra la radiación del Sol. Disponiendo de un centro de operaciones cómodo, los futuros colonos de la Luna podrían dedicar su tiempo a tareas tales como el cultivo de alimentos o la investigación.
«Los humanos evolucionaron viviendo en cuevas, y a las cuevas podríamos volver cuando vivamos en la Luna», dice el científico planetario David Paige, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
Para realizar su estudio, los investigadores usaron imágenes captadas por el Orbitador de Reconocimiento Lunar (LRO) de la NASA, más concretamente de su cámara térmica Diviner Lunar Radiometer Experiment. El objetivo era medir la temperatura dentro de una fosa en la región del Mare Tranquillitatis de la Luna. También emplearon modelos informáticos para conocer cómo han sido las propiedades térmicas de la roca a lo largo del tiempo.
Los investigadores calcularon que la parte de la fosa iluminada por el Sol podría retener el calor alcanzando hasta 300 grados centígrados, una temperatura mayor que la de la superficie. Sin embargo, en las sombras cercanas, el calor atrapado serviría para elevar las temperaturas que de otro modo serían gélidas. El resultado sería una temperatura un poco más templada que se mantendría incluso cuando el Sol se pusiera.
El siguiente enigma que se planteó fue si las fosas y cuevas tendrían el tamaño suficiente para albergar a una comunidad de exploradores. Teniendo en cuenta las imágenes tomadas desde el espacio, todo apunta a que algunas de ellas sí que tendrían el espacio adecuado. De hecho, es algo que también sucede en la Tierra, en los túneles que crea la lava fundida que fluye bajo la superficie. Los científicos creen que algunas de las fosas lunares son precisamente tubos de lava colapsados.
Parte de la investigación consistió en alinear y cotejar múltiples fotografías, eliminando inconsistencias hasta que el equipo pudo estimar las temperaturas de los píxeles individuales en las imágenes captadas por la LRO. «Como nadie había mirado cosas tan pequeñas con el Diviner, descubrimos que tenía un poco de visión doble, lo que hacía que todos nuestros mapas fueran un poco borrosos», dice el científico planetario Tyler Horvath, también de la UCLA.
Un día en la Luna dura unos 15 días en la Tierra. Los mismo sucede con la noche. Si de día la temperatura rondaría los 127 grados centígrados, por la noche se llegaría a los 173 grados bajo cero. Por esta razón, tanto las personas que fueran a la Luna como sus equipos necesitarían protegerse de estos extremos mientras durara la investigación lunar. Esto supondría todo un reto de ingeniería. Contar con una o dos cuevas habitables facilitaría bastante la tarea.
La NASA tiene previsto explorar más a fondo la región durante la misión Moon Diver. En ella, un rover se adentraría en el interior de la fosa Mare Tranquillitatis y comprobaría cualquier red de cuevas a la que pudiera estar conectada.
«Las fosas lunares son una característica fascinante de la superficie lunar», afirma el geólogo planetario Noah Petro, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Maryland. «Saber que crean un entorno térmico estable nos ayuda a pintar una imagen de estas características lunares únicas y la perspectiva de explorarlas algún día».
Referencia: Horvath, T., Hayne, P., Paige, D. 2022. Thermal and Illumination Environments of Lunar Pits and Caves: Models and Observations From the Diviner Lunar Radiometer Experiment. Geophysical Research Letters. DOI: https://doi.org/10.1029/2022GL099710
Muy Interesante España