Llegan a México… a morir

La combinación de corrupción, crimen organizado, incompetencia, xenofobia y alta vulnerabilidad de las víctimas terminó por estallar entre los muros policiacos con que los gobiernos de Estados Unidos y México tratan de detener las oleadas de gente que huye de Centro y Sudamérica.

El incendio de la estación migratoria del INM en Ciudad Juárez, que causó la muerte de 39 personas y dejó lesionadas a 28, llevó al extremo la violencia que padecen diariamente quienes se aventuran a cruzar el país con el fin de pasar a Estados Unidos. La combinación de corrupción, crimen organizado, incompetencia, xenofobia y alta vulnerabilidad de las víctimas terminó por estallar entre los muros policiacos con que los gobiernos de Estados Unidos y México tratan de detener las oleadas de gente que huye de Centro y Sudamérica.

CIUDAD JUÁREZ, Chih. (Proceso).— Miles de migrantes venezolanos llegan a Ciudad Juárez tras un largo recorrido, después de vivir durante años en diversos países sudamericanos de donde han huido al complicarse la situación política y la inseguridad. Y ya a un paso del cruce a Estados Unidos se encontraron con la negligencia y el rechazo de las autoridades mexicanas, tanto las migratorias como las municipales, padecieron las disputas de grupos del crimen organizado…y encontraron la muerte.

Alfredo Manuel Maldonado Pérez, de 28 años, recorrió los hospitales durante tres días, sin aceptar que su hermano estuviera muerto. El jueves 30 tuvo que admitir que estuviera en la lista de las personas fallecidas en el incendio del lunes 27 en la estación migratoria del Instituto Nacional de Migración (INM) en Ciudad Juárez.

José Orlando Maldonado Pérez se encuentra en el Servicio Médico Forense (Semefo), pero a Alfredo no le han permitido verlo. “Yo quiero abrazarlo, aunque esté hediondo, yo quiero verlo, sentirlo, abrazarlo”, dice afuera de la estación migratoria, abrazado de uno oso de peluche que lo acompaña desde Tapachula, Chiapas, donde se lo regaló un amigo.

La historia de Alfredo se apila a las de sus compatriotas y otros migrantes centroamericanos que esperan, en Juárez o en otros lugares, una de las gotas de información que la autoridad suelta sobre sus familiares que aparecen en las listas de heridos o fallecidos.

El viernes 31 se plantaron frente a la camioneta del presidente Andrés Manuel López Obrador. Le exigieron justicia y le pidieron que bajara a escucharlos, pero el convoy presidencial no se detuvo.

“Esto es peor que el Darién (la selva ubicada en la frontera de Colombia y Panamá)”, dicen los venezolanos. Y es que acá encontraron la muerte 39  de sus compatriotas y deben cuidarse de no pisar el territorio de un cártel distinto al que controla la mancha urbana de Ciudad Juárez. En la franja fronteriza que se dirige hacia el municipio de Ojinaga han desaparecido decenas de migrantes, varios de ellos en grupo.

Este texto es un adelanto del reportaje publicado en el número 2422 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 2 de abril de 2023. 

Proceso