El peso mexicano cerró la primera sesión de la semana con ligeras pérdidas contra el dólar. El tipo de cambio se ubica en el nivel de 19.0286 unidades, lo que significa un movimiento de 0.0489 centavos o 0.26% en favor de la moneda estadounidense.
Previo a la próxima ronda de negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China, que se llevará a cabo los próximos miércoles y jueves, el billete verde se aprecia ligeramente ante una menor demanda de activos de riesgo. El dólar gana ante divisas como el rand sudafricano, la lira turca, el sol peruano y el peso chileno.
Las bajadas en las monedas emergentes y latinoamericanas son apoyadas por unca caída en los precios del petróleo crudo a nivel internacional. La mezcla estadounidense, tipo West Texas Intermediate, retrocedió -2.68% hasta una cotización de 51.87 dólares por barril.
Durante la semana, el mercado espera una apreciación de los activos de riesgo, debido a pronósticos optimistas para la relación comercial entre las dos principales potencias económicas. En tanto, la información respecto a la situación política de Venezuela podría aportar volatilidad a las monedas latinoamericanas.
Dólar, presionado
La fortaleza del dólar se vio disminuida esta jornada, previo a la próxima decisión de política monetaria por parte de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos. Los inversionistas descartan nuevas alzas a la tasa de interés referencial y se mantienen alerta ante cualquier señal de desaceleración económica.
El índice dólar, que mide el desempeño de esta divisa contra una canasta de seis monedas de referencia, registró una caída de -0.05% que lo ubicó en el nivel de 95.79 unidades. El promedio móvil de 200 días para el indicador es de 96.18 unidades. El índice dólar suma tres sesiones a la baja.
En la comparación, el dólar perdió terreno contra el euro; el yen japonés y el franco suizo. El billete verde registra avances contra la corona sueca; el dólar canadiense, influenciado por el movimiento del petróleo, y la libra esterlina, de Reino Unido, por el Brexit.
Fuente: El Economista