¿Por qué los “Manueles” se pasean impunes por Nuevo León?

Dejaron a Nuevo León en ruinas. Seco. Drenajes dañados. Presas vacías. Camiones chatarra. Rutas empalmadas. Metro sin avances. Un estado embroncado. 

Pero no queremos armarla de bronca al Bronco. Queremos fingir que en Nuevo León sí existen crímenes sin culpables. Preferimos olvidar que la falta de prevención, que la nula planeación, que la falta de cisternas, de pipas de agua, de garantía de abastecimiento, tienen un culpable. O varios. Con nombres y apellidos. 

Apenas soltamos al aire esos nombres y muchos prefieren voltear para otro lado. Manuel González, Manuel Vital. “Los dos Manueles”. La gente se quedó con las denuncias en los labios: no fueron imputados penalmente y los 14 casos de irregularidades suyas duermen el sueño de los injustos. 

¿De qué sirve presentar denuncias en las fiscalías del Estado si nada procede? ¿De qué sirven los rumores, y los susurros, y las acusaciones airadas de los indignados a los indignos si no procede ni una triste denuncia?

No hay crimen sin culpable. Y somos muy buenos reprobando atracos, pillerías y saqueos, pero muy malos para señalar culpables. 

Inevitable reconocer que el sistema político mexicano (con todo y 4T) está diseñado para que los bandidos puedan salirse con la suya. La impartición de justicia está hecha al gusto de los implicados, no de quienes piden eso: justicia. 

Sin culpable, no hay escarmiento. Y sin escarmiento, no hay resarcimiento del daño. Todo como un cuento de nunca acabar, como un déjà vu, como un ritornello sin final. ¿Una maldición gitana? 

Desfalco en Isssteleón. Desfalco en Agua y Drenaje. Cuentas mochas. Empresas fantasmas. Crímenes “que se cometieron solos”, sin procesar a nadie. Crímenes inexplicablemente sin culpables. 

No pasa solamente en Nuevo León, pero uno vive aquí, en estas tierras, donde uno tiene enterrado el ombligo y donde los huesos de uno serán enterrados cuando Dios ya no nos preste más vida.  

Así que limpiemos la casa de una buena vez, con las escobas de la Ley y el trapeador de la justicia (cada vez más deshilachados). 

Que las fiscalías hagan su trabajo y la justicia no sea sólo una quimera de ilusos, ni termine siendo el sueño de corruptos impunes, que se pasean en las calles mondos y lirondos, muy quitados de la pena y riéndose de la hermosa vida.