La cifras, y sobretodo, los testimonios y las historias reflejan que hay mucho por hacer: aunque en términos generales, la precarización laboral afecta a todas las personas, las mujeres forman el grupo más vulnerable, especialmente cuando el género intersecta con otras expresiones de vulnerabilidad.
El 8 de marzo de todos los años, en el marco del Día Internacional de la Mujer, se conmemora y visibiliza la lucha por los derechos de las mujeres, en toda su diversidad, alrededor del mundo.
Adicionalmente, sirve como un llamado a exponer que esta lucha sucede todos los días en diferentes espacios de la vida privada y pública. La participación de las mujeres en la sociedad y el pleno ejercicio de sus derechos no es una realidad todavía. Y, en el mercado laboral, todavía hay muchas tareas pendientes.
La cifras, y sobretodo, los testimonios y las historias reflejan que hay mucho por hacer: aunque en términos generales, la precarización laboral afecta a todas las personas, las mujeres forman el grupo más vulnerable, especialmente cuando el género intersecta con otras expresiones de vulnerabilidad.
Tasa de participación: el acceso efectivo de las mujeres al trabajo
En México hay 52.3 millones de mujeres que tienen 15 años o más mientras que este grupo para los hombres es de 46.5 millones. Pero sólo el 43% de estas mujeres se encuentran económicamente activas mientras que el 75% de los hombres están en esta condición, de acuerdo con cifras a enero del 2022 de la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo).
Esta tasa refleja qué proporción de la población realizó una actividad económica o buscó hacerlo durante el levamiento de la encuesta. Y nos da una idea de la participación que tienen las mujeres en el mercado laboral.
Y aunque esta participación femenina incrementó significativamente en las últimas dos décadas, ahora parece estar estancada y todavía es mucho menor que la participación masculina (apenas poco más de la mitad).
El hecho de que menos mujeres trabajen o busquen un trabajo se puede explicar, entre otras cosas, por la sobrecarga de otras actividades no remuneradas como el cuidado a adultos mayores, el trabajo del hogar, el acompañamiento a menores de edad o la organización del hogar. La violencia doméstica y la inseguridad pueden ser otras dinámicas estructurales que expulsan a las mujeres del mercado laboral.
Brecha salarial: las mujeres queremos ganar lo mismo que nuestros pares hombres
Las mujeres ganan menos. El salario promedio de las mujeres en México es más bajo que el de los hombres. Con más frecuencia las mujeres ocupan posiciones con menores remuneraciones y casi nunca están en puestos de liderazgo. Y aún cuando tienen la misma posición que algún hombre, en gran parte de los casos, reciben menor pago.
Siguiendo con las cifras de la ENOE del Inegi, se observa una vulnerabilidad salarial importante en la población ocupada femenina: 42 de cada 100 mujeres en México perciben ingresos que no superan un salario mínimo mensual.
Esta cifra para la población ocupada masculina es significativamente menor: 29 de cada 100 hombres están en este grupo de ingresos.
Las cifras muestran también que en casi todos los tipos de puesto laboral las mujeres perciben menores ingresos por hora que sus pares hombres.
Las funcionarias y directoras ganan en promedio 111 pesos cada hora mientras que los hombres en estos puestos perciben 126 pesos. Por su parte, las trabajadoras industriales y artesanas ganan 34 pesos por hora, al tiempo que sus pares ingresan 43 pesos por hora en promedio.
La brecha salarial y la precarización intensificada por género son dos problemáticas persistentes que reflejan que, aunque cada vez más mujeres se unen al mercado laboral y aportan a la producción nacional, siguen haciéndolo con mayor vulnerabilidad.
Discriminación laboral: la penalización persistente por maternidad
Es muy curioso que mientras la sociedad castiga, estigmatiza y condena a las mujeres que hacen ejercicio de sus derechos reproductivos y deciden interrumpir sus embarazos, al mismo tiempo el mercado laboral castiga severamente a las mujeres que también hacen ejercicio de sus derechos reproductivos y deciden ser madres.
Ser mujer y escalar laboralmente es complicado si se es madre, e incluso aunque no lo seas, porque en algún momento puedes serlo. En México la brecha salarial puede alcanzar hasta 40% para las mujeres que son madres, de acuerdo con el estudio El efecto de la maternidad en el empleo y los salarios en México del Colegio de México.
Sólo 2 de cada 10 puestos de dirección los ocupa una mujer y cerca del 64% de las mujeres que son directoras no tienen hijos.
Esto se complementa, nuevamente, con la desproporcionalidad con la que las mujeres realizan las actividades no remuneradas fuera del mercado laboral. En México, las mujeres se encargan de poco más del 70% de este trabajo, por el que no se recibe pago.
Pensar que un candidato masculino llevará a cabo un mejor desempeño en un puesto de liderazgo porque no tiene el mismo apego con la vida personal en relación las mujeres reproduce y normaliza la violencia laboral por género. Erradicar estas construcciones es fundamental para construir sociedades y espacios igualitarios.
Espacios laborales seguros: trabajar sin hostigamiento, acoso o abusos
Así como en los espacios públicos, los centros de trabajo pueden representar otro espacio más en donde las mujeres pueden experimentar hostigamento, acoso, abuso sexual y otros tipos de violencia.
Desde que el movimiento #MeToo llegó a México, cientos de mujeres compartieron sus testimonios que reflejan que los colegas, los jefes, los compañeros de oficina ejercieron algún tipo de violencia sobre ellas, pero también quedó expuesta la falta de protocolos y mecanismos de protección en los lugares de trabajo.
Y aunque hay múltiples expresiones de violencia laboral, las mujeres con mucha más frecuencia enfrentan agresiones sexuales: en México el 54% de las trabajadoras ha sido víctima de violencia sexual en el ámbito laboral.
Pese a la persistencia de incidentes y la incesante visibilización por parte de las mujeres, los protocolos han sido insuficientes para contener estas violencias. Sólo después de tres años de que la OIT emitiera el Convenio 190 para eliminar la violencia y acoso en el mundo del trabajo, México por fin se une a la ratificación. Queda monitorear el impacto de esta decisión en la legislación mexicana y las medidas laborales en la iniciativa privada.
El camino es largo
El mercado laboral es uno de los espacios en los que la igualdad de género todavía implica un camino largo. Es fundamental reestructurar el sistema de cuidados bajo una perspectiva de género y de derechos humanos, así como inferir desde la política pública y privada para facilitar a los hombres acceder a sus paternidades y participación en el hogar, así como para que las mujeres puedan hacer ejercicio de sus derechos laborales efectivamente.
El Economista