Aquí en confianza

La nueva versión del mentado PACIC

“La cosa está que arde”, se escuchaba decir con frecuencia a un buen amigo – hoy convertido en agudo columnista – cuando avizoraba la inminente llegada de un problema mayor. Buen ojo tenía Pepe; rara vez le fallaba. El referido estribillo bien podría aplicarse en el actual contexto económico de nuestro país. La inflación crece a pasos agigantados y las medidas asumidas para contenerla han resultado del todo insuficientes. La escalada sostenida y generalizada de precios en productos y servicios ronda el 8.7 por ciento y amenaza con llegar a dos dígitos en los primeros meses del año entrante, si no es que antes. ¿Y qué significa eso?, preguntará contrariada mi amable y única lectora; la respuesta es sencilla, su dinero vale casi 9 por ciento menos de lo que valía al inicio del año y lo que antes adquiría con una determinada cantidad, hoy simplemente no puede completarlo. 

Frente a la terrible realidad el gobierno mexicano se puso creativo y con el plausible propósito de contener el precio de los alimentos de la canasta básica, anunció la segunda versión del paquete contra la inflación y la carestía, el cual fue pomposamente bautizado con el nombre de PACIC 2.0.

A través del nuevo plan se otorga a quince empresas una licencia universal para actividades de importación y distribución de alimentos e insumos, con el fin de que estas queden exentas de ciertos trámites y permisos. Por su parte, las compañías participantes se obligan a contener o incluso disminuir los precios de algunos alimentos. Además, durante la vigencia del acuerdo, es decir hasta febrero de 2023, se eliminarán las exportaciones de maíz blanco, frijol y sardina; esto, para que haya mayor oferta y sus precios logren estabilizarse. Por otro lado, seguirán aplicándose subsidios y estímulos fiscales con la finalidad de evitar aumentos sustanciales en los energéticos. En términos generales, la idea – de acuerdo a lo afirmado por el Secretario de Hacienda y Crédito Público – es que el precio de la canasta básica disminuya 8 por ciento en promedio. 

Antes de que el pueblo bueno y sabio se descosa en toda suerte de vítores, loas y alabanzas; como el tristemente célebre carnicero de Milwaukee, vámonos por partes. 

Siempre será una buena señal que la administración federal diseñe y ponga en marcha un plan que persiga frenar la escalada inflacionaria. Por supuesto, cualquier esfuerzo al respecto es digno de reconocimiento. Dicho lo anterior, habrá que puntualizar algunos aspectos. 

Primeramente, está comprobado que los controles de precios no representan una solución efectiva para moderar la inflación; así lo afirman una buena cantidad de analistas en materia económica. En todo caso, en la batalla contra la carestía deben usarse como armas los mecanismos de mercado, máxime que nuestro país se caracteriza por la existencia de monopolios y oligopolios que impiden la ampliación en la oferta de los productos de primera necesidad y con ello, el acceso a precios más competitivos. 

Por otro lado, el modelo implementado se encuentra limitado al control en los precios de tan solo 24 productos y respecto a ciertas empresas y productores, por lo que el impacto en la inflación general podría ser marginal, además de que no garantiza un escenario de estabilidad sostenida.

Por si fuera poco, el subsidio a las gasolinas ha permitido mantener los precios del combustible; sin embargo, los energéticos continúan en franco aumento por lo que la contención es ficticia, mientras que el golpe a las finanzas públicas es sumamente violento; alrededor de 300 mil millones de pesos con cargo al erario, tan solo en los primeros ocho meses del año. 

Y para rematar, la apertura a la importación de productos alimenticios sin que existan cercos sanitarios y regulatorios podría implicar riesgos para la salud de las y los mexicanos. ¿Acaso hay algo más neoliberal que eliminar controles a las importaciones de productos?

Aquí en confianza, la esperanza triunfó sobre la experiencia. El mentado PACIC 2.0 no es más que la edición reloaded del programa del mismo nombre anunciado en mayo del presente año. Los datos (que son fríos como el beso que recibe un sugar daddy) indican que en la primera intentona no se alcanzó el éxito esperado, pues los productos cuyos precios pretendían ser controlados en aquella ocasión terminaron aumentando 15. 7 por ciento en promedio. Mientras que son peras o son manzanas, la versión con anabólicos del programa que persigue frenar la inflación en México ya llegó, ya está aquí; la recibimos con desmesurado gusto y respecto a sus resultas, veremos y diremos.