En redes circula un texto con ocho puntos que aclaran el abandono económico y la verdadera ruina en la que se encuentran (porque no se puede decir que “sobreviven”) las escuelas públicas en Nuevo León y en todo México, gracias a las políticas de las administraciones estatales y federales… Pero también gracias a la confusión de muchos padres de familia quienes ingenuos o desobligados, creen que el gobierno corre con todos los gastos de mantenimiento y materiales que se requieren en los planteles.
El título señala que es un “mensaje para las personas que no trabajan en escuelas públicas…” E invita a “conocer 8 datos curiosos”.
Lo que yo creo no es que sean “datos curiosos”, sino más bien la aclaración de datos desastrosos. Datos que revelan cómo los gobiernos, de todos los partidos y todas las filiaciones políticas, ven al profesorado como caldo de cultivo político para explotar en tiempos de elecciones y no como los responsables de cultivar conciencias de las futuras generaciones.
Los ocho puntos son los siguientes y vuelvo a aclarar que no son de mi autoría:
1. El gobierno sólo paga el sueldo de maestros, directores y en ocasiones, de intendentes. No paga, jardineros, fontaneros, electricistas, carpinteros y otros.
2. El gobierno nunca manda completos los paquetes de libros de texto gratuitos, usualmente tarda tres meses o más en reponer los faltantes.
3. Cada escuela tiene que conseguir transporte y un responsable que vaya por dichos libros a las bodegas. Además corre por la administración escolar el contarlos, acomodarlos y subirlos para transportarlos; todo ello con gasolina que deberá pagar la escuela (ojo, no el gobierno) y si la escuela no cuenta con recursos económicos, el director(a) lo saca de su bolsa.
4. Hace años que la SEP no manda ni repone las boletas de calificaciones, lo mismo pasa con los certificados de 6to grado. Así, cada escuela debe imprimirlos y comprar los sellos específicos que requieren (sin considerar los cientos de documentos que piden papás y autoridades cada mes).
5. Las computadoras, pantallas inteligentes, servicio de Internet, impresoras, así como su mantenimiento, y las reparaciones de sanitarios, la pintura anual (o cuando se requiera) de aulas, los productos de limpieza, entre otros, se tienen que comprar con dinero de la escuela; el gobierno no se hace cargo de eso. Por eso se agradece a las familias que pagan religiosamente la cuota voluntaria, a los padres que apoyan con tiempo, esfuerzo y trabajo para reponer lo que falta a causa de quienes no quieren aportar.
6. Pocas escuelas son beneficiadas con programas que proporcionan dinero para la mejora del plantel. Y, en caso de ser de los afortunados, limitan en la inversión de necesidades… Eso sí, desde las secretarías de educación les dicen en qué deben gastar y con cuál empresa conseguir. El resultado: no hay beneficios observables.
7. Cuando los alumnos entran al aula y el salón se encuentra ambientado didáctica y pedagógicamente, es gracias al trabajo, inversión y tiempo de cada maestro (tiempo extra clases, por cierto).
8. El gobierno suele mandar, a la fuerza, más alumnos de los que la escuela es capaz de atender. Por lo que la recomendación es: “Papá y mamá, si sabes de planteles menos numerosos, lleva a tus hijos ahí no satures escuelas si ya conoces su situación. Recuerda que a mayor cantidad, se pierde la calidad.”
Así que la próxima vez que vea usted los promocionales, escuche o vea noticias y publicidad donde el gobierno dice que no pague las cuotas escolares, exígele que proporcione esos recursos para que los ciudadanos no tengan que mantener las escuelas.
La mayoría de los maestros ganan menos que los que nos dedicamos a otra cosa, por lo que piden que no mande a sus hijos a la escuela diciéndoles “la maestra está loca, no le hagas caso, ella es tu servidora”, porque los profesores y profesoras tampoco son nuestros esclavos, como lo consideran algunos niños malcriados y muchos padres de familia… también malcriados.
Hay que valorar y respetar el trabajo de los maestros y maestras. La mayoría lo ejerce por amor a la educación, pero hasta el amor tiene un límite, y ese límite se llama “dignidad”.
Pero qué se puede esperar si en el país pusieron a cargo de la educación a una lideresa de barriada que ahora busca ser gobernadora…