Fin de la emergencia sanitaria; ¿y la Patria?
Al cierre del 2019 cualquier cantidad de cibernautas mexicanos postearon la muy sobada y poco ingeniosa frase: “2020: sorpréndeme”. Vaya que el año que entonces iniciaba trajo consigo sorpresas, no solo para aquellos que así lo desearon sino para el mundo entero.
Nadie, absolutamente nadie se encontraba preparado para una pandemia, mucho menos para hacer frente al cruel confinamiento que, de no ser por el bendito Internet, habría desencadenado toda suerte de trastornos mentales de manera generalizada. Así, la humanidad se vio obligada a explorar nuevas formas de interacción social en total asilamiento. En tal contexto, conocimos a una superheroína nacional bastante parecida a otra que se autodenomina “la campeona de los precios bajos”; por supuesto, la insigne dama de caricatura debía llevar el mexicanísimo nombre de Susana Distancia. Las compras en línea, generalmente de todo aquello que nos resulta innecesario, se convirtieron en una habitual práctica que aun perdura. La paranoia hizo de las suyas y victimizó hasta a los más escépticos; todas las mañanas nos enfrentábamos a algún nuevo síntoma y ante el primer estornudo, buscábamos afanosamente que algún galeno nos perforara el cerebro con un isopo gigante (al menos así se sentía). Las cadenas de oración y los remedios caseros circulaban profusamente en los grupos de WhatsApp. Algunos notamos por vez primera la forma que tiene el jengibre y el sabor del té de cebolla mezclado con todas las especies que pasaron años olvidadas en la alacena; otros, más drásticos incluso, prefirieron hacer gárgaras con cloro u otras sustancias parecidas, total, la imaginación era el límite. Nos presentaron al tristemente célebre Doctor Gatell, quien paso del ser galán otoñal de moda a enemigo público del pueblo sabio. Supimos (algo horrorizados debo decirlo) que una estampita religiosa, además de no mentir, no robar y no traicionar, eran los escudos más efectivos ante un inminente contagio. Fuimos testigos de la rifa de un avión sin avión; de la entrega de despensas por parte de los principales cárteles de la droga en este país y de las reuniones virtuales que tuvieron propósitos tan disímiles como el trabajo y la norteñísima carnita asada. El golpe a la economía se dejó sentir con todas sus fuerzas: cierre de comercios y empresas; caída del empleo formal; recesión económica y, desde luego, incremento descontrolado de la tasa inflacionaria. De nuestros muertos, mejor ni hablamos por que el dolor aún está presente; seguramente son muchos más de los que registró la estadística oficial.
Pero como no hay mal que dure cien años, la pandemia que puso en vilo al mundo parece estar viviendo sus últimos momentos. Antes de que la OMS se hubiere pronunciado al respecto, en los feudos del Tío Sam dieron por terminada la emergencia sanitaria mediante una resolución firmada por el Presidente Joe Biden, el pasado 10 de abril. Por su parte, el principal inquilino del Palacio Nacional quiso seguir los pasos de su homologo gringo, aunque con mayor cautela, pues declaró que su gabinete de salud analiza la posibilidad de declarar el fin de la pandemia en México, siempre y cuando sea lo que “más convenga al pueblo”. Sin embargo, ante el evidente decremento en las cifras de contagios, no todos echan las campanas al vuelo. En nuestra patria chica, el Gobernador Miguel Riquelme volvió a dar cátedra de prudencia. De manera responsable, el Ejecutivo coahuilense rechazó que la emergencia de salud pública haya concluido, al tiempo que anunció que su gobierno examina la posibilidad de iniciar una campaña para la aplicación de vacunas de refuerzo entre la población de la entidad, ello debido a que los índices de positividad del contagio aun rondan el 39 por ciento.
Aquí en confianza, mientras que en algunos lares ya celebran por todo lo alto el fin de la mentada pandemia y en otros más – como en Coahuila – la mesura se impone, el sueño de la vacuna mexicana nomás no se hizo realidad. El antígeno de manufactura nacional cuyo diseño y elaboración se confió al CONACYT en colaboración con Birmex y para lo cual, se destinaron varios cientos de millones de pesos, todavía se encuentra en etapa de ensayos clínicos. Así, en el supuesto no concedido de que la vacuna de marras llegue a ver la luz, probablemente esta ya no será efectiva, pues se formuló antes de la aparición de las variantes del COVID – 19. Aunque usted no lo crea, el biológico mexicano fue bautizado al menos dos años antes de su nacimiento y como en nuestro país no puede faltar el romanticismo, el mote le fue dado en honor al poeta Ramón López Velarde y su icónica pieza “La suave Patria”. Al menos, la hasta ahora malograda vacuna doméstica sirvió para recordar al bardo de origen zacatecano que llegó a considerarse como el poeta nacional; algo es algo. Ahí se los dejo para la reflexión.
Nota. Lo antes expuesto representa la opinión personal del autor